Sin respeto alguno
Así es como circulan varias
personas en sus vehículos por las calles más movidas de la ciudad, y es que es
impresionante ver que ya se acabó el respeto para el peatón e incluso la falta
del mismo entre los propios conductores.
Salir a la calle se ha convertido
en un peligro constante, pues nunca falta el conductor de automóvil que no respeta
la luz roja del semáforo; el motociclista que -por el solo hecho de ser un
vehículo pequeño- cree que puede circular por donde vea espacio disponible,
incluyendo las aceras que están destinadas a los peatones; el triciclero, que
en plena calle céntrica se para en una esquina a vender sus productos sin
importar el tráfico que tiene detrás de él; y los infaltables, los choferes
“profesionales” que tenemos (conductores de taxi y buses de transporte urbano),
que aunque deberían ser ejemplo para los demás, lo único que hacen es
irrespetar las leyes de tránsito y colaborar para que se forme el caos en las
calles.
Y luego se preguntan ¿por qué
ocurren los accidentes? Y pasan sus vidas lamentándose la trágica muerte de
algún familiar en uno de éstos.
El conducir un vehículo se ha
vuelto algo tan manoseado y común que incluso en las mismas escuelas de
conducción permiten gente que no está capacitada, pero claro, por ganar un
billetito extra el alumno aprueba.
Pero, ¿Dónde están las
autoridades encargadas de controlar todas estas irregularidades? ¿Qué hacen
ellos por el bienestar del ciudadano? Pero como algunos elementos policiales o
de tránsito hacen operativos de vez en mes la gente se queda tranquila, y no
debería ser así. Como que si a estas alturas el control es solo para unos
cuantos. Con la cantidad de accidentes y pérdidas humanas debería haber un
verdadero control para todos; peatones, bicicletas, triciclos, motos, camiones,
buses, etc.
Y es que sin lugar a dudas, y sin
miedo a equivocarme, puedo decir que hace falta alguien en la ciudad que ponga
un pare, y no solo esos discos rojos que se observan en las esquinas, sino un
verdadero pare a quienes infringen la ley y atentan, indirectamente, contra la
vida propia o de los demás ciudadanos.
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